miércoles, 11 de abril de 2007

Las lagunas de Panthemont

El calor pega fuerte y su luz penetra entre los barrotes de mi torre.
Mis ojos captan a la distancia los verdores. Los ruidos naturales se esconden bajo las risas de doncellas inocentes que guardan entre sus faldas los frutos de los árboles. Flores de colores adornan sus melenas sueltas. Sus aromas alcanzan a subir e impregnan mi castillo.
Se complica mi concentración al confundir mis ideas con mis deseos. Sus voluptuosidades opacan el brillo de mil soles. La luna esconde su vergüenza por la batalla perdida ante semejantes bellezas.
Los vapores de la tierra se mezclan con los sudores, que cálidos se abren camino entre pieles pálidas y doradas. Por sus poros se evaporan los olores hasta quedar sólo su esencia, aspirada por los hombres que forman un vallado, álamos firmes que ofrendan su oxígeno, en nautural intercambio para mentener con vida a esas criaturas hijas de Venus.
Al verlas libres, escasas de ropa y en su estado más puro me pregunto y critico las limitantes, que en nuestro ambicioso afán por abandonar nuestra naturaleza, nos queramos distinguir del resto con el pretexto de que somos diferentes. Sucumbo ante el instinto.
Bajó de mi torre, abandono mi castillo y me pierdo. Las risas y el aroma de su carne son brújula que guían mis apurados pasos. Mis ojos se llenan de colores al tiempo que mi sangre circula a gran velocidad. Al fin las encuentro y sin dudarlo las abordó.
Cuál es el daño o qué ofensa cometo al solicitarles a las tres hermosas mozuelas, el préstamo momentáneo de sus cuerpos para poder satisfacerme, y que ellas puedan gozar, si así les apeteciera, de alguna parte que les agradace del mío, o al menos me permitan observar como se unen y abandonan hasta llenar sus cauces como ríos.
Tanta fue el agua que escapo de aquellos cuerpos, que ahora desde mi torre me asomo a contemplar un acuático paisaje, y cuando el clima lo permite, nado desnudo en tres lagunas.
A las hermanas nunca más las volví a ver. Dicen que murieron ahogadas y que sus cuerpos hallados en el mar dibujaban en sus rostros plácidas sonrisas.

3 comentarios:

In phidelio dijo...

Uri, creo q o se te está haciendo queso filadelfia adentro o ya andas urgido a madres. Jajaja!

Ya salte de tu castillo y baja al pueblo, digo, para que te diviertas más y no sólo divises el horizonte así como así.

De In phidelio para Panthemont.

Marqués de Panthemont dijo...

Digamos que nadé con ellas y nos ahogamos. Como espero nos ahogemos en la boda de Ceci y Diego.

xosean dijo...

Inchi Uri, ¿esto es una prosa poética, épica y de ciencia ficción o la narración inspirada de tu última noche en el Queen's.
El mejor remedio, y el más barato, para estos calores que te agobian, son un par de hielos entre los tompiates.
Uri si no escribieras así, no serías tú, sigue siéndolo siempre.